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Como la sombra que se va se presenta como una novela. Son, en realidad, dos. Antonio Muñoz Molina realiza un arriesgado ejercicio, relatando en paralelo los días que el asesino de Martin Luther King pasó en lugar tan recóndito para su mentalidad como Lisboa, tras cometer el magnicidio, y el viaje que el autor jiennense realizó a la capital portuguesa para ambientar El invierno en Lisboa, allá por 1987.
El rendimiento de ambas es desigual. El diario lisboeta de James Earl Ray engancha de primeras. Pero Muñoz Molina peca de exceso. Demasiados envoltorios de chicle arrugados, papeles desplegados, gestos mecánicos descritos con profusión pero que no hacen avanzar el relato hacia ninguna parte. Nos queda claro el peculiar carácter del asesino a las pocas páginas. Las restantes prolijas descripciones de sus hábitos no hacen sino restar fuerza al conjunto.
Distinto es lo que sucede con los capítulos que protagoniza el propio autor. No había visto a un escritor hacer semejante striptease emocional. Esos fragmentos constituyen, en rigor, unas memorias. Muñoz Molina lo cuenta todo. Se autorretrata como un marido adúltero y un padre de familia demasiado noctámbulo sin temor a lo que podamos pensar. Síntoma de madurez, supongo. Estos episodios resultan infinitamente más absorbentes que los que, se supone, formaban el núcleo principal de la obra.
Antonio Muñoz Molina es un literato de primerísimo orden. Como la sombra que se va no tiene esa redondez de El viento de la luna (2006), pero tampoco peca de la desmesura -genial, por momentos- de La noche de los tiempos (2009).
COMO LA SOMBRA QUE SE VA
Antonio Muñoz Molina
Seix Barral. Barcelona, 2014. 536 páginas.
PVP: 21'90 euros, 10'95 euros (bolsillo).
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