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Hace poco más de 30 años, un "niño bien" de Madrid consiguió alcanzar el rango de celebridad, de primera fila, en el mundo del espectáculo mundial. Anunciando Coca-Cola y visitando con cierta asiduidad el plató de Johnny Carson. Y marcándose duetos con Diana Ross, Stevie Wonder, Willie Nelson o quién se terciase. Él es Julio Iglesias, claro. Hasta su sonada ruptura, su sombra fue Alfredo Fraile. Hombre del que es difícil leer nada malo -toda una proeza en esta España nuestra- ha acabado siendo un avispado empresario sin abandonar del todo el ámbito de las relaciones públicas, entendidas como concepto muy amplio.
Iglesias es el leit-motiv del libro. El retrato del personaje es de cierta profundidad, y arroja interesantes ideas sobre su compleja personalidad. Si quiere desmentirle, cualquier editorial estará deseosa de publicarle las memorias. Pero Fraile hace parada y fonda en otras de sus aventuras profesionales, como el exitoso resurgir de Suárez en las generales de 1986, la expansión del Grupo Zeta de Antonio Asensio más allá de Cataluña o el aterrizaje en España del imperio mediático de Silvio Berlusconi. El propio Fraile advierte al inicio de sus limitaciones como literato. Sea sólo o con ayuda, ha pergeñado un relato muy sencillo, sin el menor afán de exhibicionismo estilístico, que saciará sobradamente la curiosidad del lector, sobre esa etapa apasionante de España. Entre las facetas más curiosas del personaje está la de ser cuñado de José María García. Lo que nos lleva directamente al siguiente libro.
Alfredo Fraile
Península. Barcelona, 2014. 618 páginas.
PVP: 5'95 euros.
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